Los juegos Olímpicos de 1996 sirvieron de marco para el nacimiento de un programa corporativo de promoción cultural que ha obtenido singulares éxitos, y que en Venezuela hemos adoptado con sorprendentes resultados.

Folk Art, que así se llama el programa en el ámbito global, se inició con la creación de unas gigantescas botellas representativas de cada uno de los países participantes en la cita olímpica. Al año siguiente, de cara a la Exposición Universal de Lisboa, Coca-cola de Venezuela se incorporó a esta iniciativa.

El enorme interés que a su paso despertaron aquellas peculiares botellas, los motivó a crear Coca-Cola y el Arte de Nuestra Gente, como un programa orientado a prolongar el esfuerzo hecho en nuevas iniciativas. En 1998, se abrió un nuevo concurso esta vez dirigido a la selección de 24 botellas que representarían, en cada caso, un estado de Venezuela. La respuesta de los artistas resultó aún más plural, y la selección final fue, sin duda, uno de los más originales y hermosos retratos que se hayan hecho de nuestro país.